domingo, 8 de agosto de 2010

A LO MIKE TYSON

La selección argentina, como Mike Tyson

Por Juan Pablo Varsky


El mejor Mike Tyson vive en la selección argentina. Mete una mano y noquea, aunque esté perdiendo por puntos. Sus recursos ofensivos asustan a los rivales. La contundencia es un valor muy importante. El fútbol se valora en juego, pero se mide en goles. La verdad de un partido está en las áreas y hace la diferencia en esos metros. Se destaca el triunfo, por supuesto. Hacía 20 años que la selección no ganaba en los 90 regulares un partido de eliminación directa de Mundial. El inolvidable gol de Caniggia a Brasil en Torino, por los octavos de Italia 90, puede descansar tras su larga vigencia. 

Como en 2006, pasó la pantalla México y se enfrentará en cuartos con Alemania. Tiene puntaje perfecto y la mayor cantidad de goles. Todavía ninguno de Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo. Con semejante arsenal ofensivo, no necesita jugar bien para ganar. Nunca estuvo abajo en el marcador durante este torneo. Y lo más importante: sus integrantes asumen que no han venido a Sudáfrica para jugar cinco partidos. Quieren jugar siete. Esa actitud los distingue. Pero no me gustó el rendimiento de Soccer City. México sorprendió con un 4-4-2 que le permitió cubrir mejor los espacios. Impuso las condiciones con su pressing que comenzaba en la mitad de la cancha. Sin peso ni jerarquía en ataque, eligió el remate de media distancia como fórmula para crearle peligro a Romero. El excelente Salcido hizo temblar el travesaño. El tiro de Guardado pasó apenas desviado. La Argentina no podía manejar la pelota. Tocaba poco y trasladaba mucho. Los receptores no se movían. Al no haber desmarques, el futbolista en poder del balón se demoraba mucho en el pase. Y eso favorecía el bien organizado trabajo defensivo del rival. 






De enganche definido en ese rombo del medio, Messi quería ganarle las espaldas a Torrado y Márquez, el doble pivote mexicano. Pudo hacerlo una vez y Conejo Pérez se quedó con su globito. Sin muchas llegadas, se jugaba de medialuna a medialuna. Como el desarrollo no pasaba por las áreas, México era superior. Ejecutaba su idea y la Argentina no lograba decodificar por dónde pasaba su partido. Hasta que llegó ese minuto 26. Burdisso, cada día más afianzado, se anticipó a Bofo Bautista y rechazó de cabeza. La pelota le llegó a Messi quien, detrás de Torrado, metió el pase filtrado para Tevez. Pérez rechazó como pudo y Leo la tocó con dirección al arco. Consciente de que la bola no entraba porque venían cerrando dos defensores, Carlitos la metió de cabeza en escandalosa posición adelantada. La repetición televisiva confirmó el metro y medio en offside. 

El hombre que manejaba la pantalla de cristal líquido se distrajo y le mostró el fuera de juego a todo el estadio. Hoy sabremos si aumentó el nivel de desempleo en Johannesburgo ante su casi seguro despido. A pesar de la evidencia, el árbitro Roberto Rossetti convalidó el gol y el error de su compañero Stefano Ayroldi, el asistente número 2. Reglamentariamente correcto, futbolísticamente injusto. La FIFA no admite el uso de la tecnología para rectificar fallos del árbitro. ¿Y el cabezazo de Zidane a Materazzi. Allí no hubo cambio, sino un hallazgo televisivo de una acción que Horacio Elizondo no había visto. Había una coartada. Aquí no. 







Jornada inolvidable para Blatter. En un partido, no se cobró un gol que era. Y en otro, se cobró uno que no era. Cuelo mi opinión aquí. Creo que una hipotética aplicación tecnológica debería regir solamente para acciones como la del inglés Frank Lampard, cuyo tiro entró por 80 centímetros. Se trata de lo más importante de este juego. No es lo mismo no sancionar un gol que no cobrar un offside que, en este caso, no necesitaba de ningún aparatito para ser detectado. Ojalá que este fallo favorable para la selección nos saque de la cabeza esas teorías de mano negra o conspiraciones internacionales a las que siempre apelamos para explicar alguna decisión perjudicial de los árbitros. No quiero imaginarme las repercusiones en nuestro país si esto hubiera pasado en el arco de Romero. Definitivo punto de inflexión, el gol desquició a México. 


En pleno descontrol mexicano, la Argentina presionó una salida desde el fondo. Osorio le quitó la vista a la pelota e Higuaín se la robó. Se puso la heladera en la cabeza, humilló a Pérez con una pisada y marcó un golazo. Cualquier similitud con el que le hizo en RIver al Boca de La Volpe en 2006 no es mera coincidencia. La Argentina en estado puro. El rival baja la guardia y lo duerme de una trompada. Su blandura en ambas áreas y el error de Rossetti condenaron a México a cambiar de plan. Pero la selección no le dio tiempo. Apenas comenzada la parte final, Tevez la clavó en el ángulo tras un rebote afortunado. Golazo de Premier League para Carlitos, el "Man of the match". Nocaut técnico. El ingreso de Barrera le puso tabasco al insulso ataque mexicano. El equipo seguía perdiendo el duelo del mediocampo. 

Con la intención de manejar más y mejor el balón, Diego puso a Verón. Salió Tevez, quien en la conferencia de prensa declaró con honestidad brutal: "Estaba para seguir, me sentía bien. No entendí el cambio. No siempre tengo la culpa yo cuando perdemos la pelota". Van los subtítulos: "¿Alguna vez va a salir Messi?". No, Leo no sale nunca del equipo. Es la figura indiscutida. Con un 3-0 como colchón ideal para descansar y regular, volvió el 4-4-2 de Montevideo y Munich con el punto de partida retrasado. Dos líneas de cuatro bien juntitas y la dupla Messi-Higuaín a 50 metros. No se defendió con la pelota, no hubo contraataques y México comenzó a merodear el área de Romero. Chicharito Hernández gambeteó a Demichelis como si fuera un cono de entrenamiento y la clavó arriba para el merecido descuento. El bajo rendimiento del número 2 argentino contrastó con los correctos desempeños de sus compañeros de defensa. Su gol ante Grecia fue apenas un placebo. Otra vez se lo vio inseguro, dubitativo y lento. Mientras tanto, Otamendi y Heinze bloquearon sus laterales. Burdisso impuso su rigor y su voz de mando. Entró Jonás por Di María para poner piernas frescas en la pelea por el medio. 

El equipo se parecía cada vez más al de los 1-0 ante Uruguay y Alemania, defendiéndose cerca de su arquero y sin balón. Despegado del equipo, Messi asumió un rol meramente testimonial. Dejó para el final uno de sus clásicos arranques y provocó una buena atajada de Pérez. Buena noticia: el equipo no necesitó de su mejor nivel para ganarle a México. Sin embargo, debe recuperar esos circuitos de juego que le permitieron moverse con soltura y eficacia en los últimos 30 metros de la cancha cante Nigeria y Corea. Tiene razón Maradona: Leo es el jugador más golpeado del Mundial y los árbitros no amonestan a los infractores. Pero esas faltas no le duelen al rival porque las comete en zonas no comprometidas, aprovechando el retraso del crack. 

La Argentina está en cuartos de final. Es momento de disfrutar. Tiene servido el plato frío de la venganza contra Alemania ahí nomás, dentro de cinco días. Siempre es mejor corregir errores después de una victoria. El 3-1 se festeja y deja enseñanzas. Vale confiar en esos puños de plomo. De hecho, la fortaleza de este equipo es justamente su poder ofensivo. Estornuda y te hace dos goles. Pero a veces esa mano salvadora no llega, por más que la tires desde todos lados. En Soccer City, los futbolistas rescataron al equipo. En Ciudad del Cabo necesitará algo más que su pegada para meterse entre los cuatro mejores del Mundial. El rival está más cerca de Holyfield que de Buster Douglas. Deberá reaparecer ese equipo que potencia a los futbolistas. Con funcionamiento, esta temible versión futbolera de Mike Tyson será mucho más peligrosa...  

No hay comentarios:

Publicar un comentario