lunes, 9 de agosto de 2010


La herida abierta de Messi

Antes del torneo había dicho que le faltaba "romperla en un Mundial"; ayer, en el partido clave, jugó muy por debajo de lo que se puede esperar de él y reabrió el debate sobre el nivel que muestra en Barcelona y en la selección.

Por Martín Castilla

Pocas veces lloró Lionel Messi por una competencia profesional. Se acostumbró a ver y a sentir el fútbol como un juego. Hasta ayer. Ingresó en el túnel después de un abrazo con Diego Maradona en el campo de juego. Confundido. Aturdido. En segundo lugar, detrás de Javier Mascherano, pero lo pasó casi sin verlo, como nublado. Entonces, se sentó en su lugar, el box N° 10, miró al suelo y rompió en llanto.  
Nadie pudo consolarlo entre tanto lamento repetido. Al dolor por la eliminación se le sumó esa frustrante sensación de impotencia por no haber hecho lo que él siempre creyó que podía hacer. Alemania tuvo el mérito de cerrarle los caminos, de anularlo, y sin cometerle una sola infracción. Sí, no recibió ni una sola falta según las estadísticas de la FIFA. Fue suficiente con marcarlo con muchos hombres en su zona. Cuestiones en las que ni se detiene un futbolista en el instante posterior a la eliminación de un Mundial. Mucho más cuando un Mundial concluye demasiado pronto. Para los hinchas y para él, que había llegado con la intención de ganarse definitivamente los corazones argentinos.  






Pasaron cuatro largos años desde aquella eliminación con Alemania, en el Olympiastadion de Berlín, donde miraba con los ojos perdidos en el piso, con los cordones desatados, mientras sus compañeros se consolaban entre ellos. ...l, con 19 años recién cumplidos, sentía impotencia por no poder hacer nada para torcer una historia que él veía posible. Messi tuvo su tarjeta de presentación en los mundiales sin haber alcanzado el peso futbolístico que tiene actualmente. En la temporada 2005-06, había convertido nueve goles y acumulado 1646 minutos. En la que precedió a este Mundial anotó 47 en 4805 minutos, obtuvo el Balón de Oro y fue coronado como el FIFA World Player. Que Messi ha crecido es algo que no tiene discusión, a tal punto que se ha transformado en el mejor del mundo en lo suyo después de hacer historia con la camiseta de Barcelona. Con la Argentina el estigma no se detiene.  
El hincha argentino, que no ha tenido el lujo de verlo de cerca en la primera división de nuestro fútbol, cree que hay dos Messi. Uno en Barcelona, que juega y deslumbra, que gambetea y hace jugar, que fija la mirada en el arco y convierte de a tres o cuatro goles. Y otro en el seleccionado, que no puede desarrollar todo su potencial, que arranca con su zurda endiablada desde atrás y pierde, que apunta, no convierte y hace figuras a los arqueros rivales. Es justo decirlo, lo que varía entre su equipo y la selección es el entorno colectivo, el esquema, la identidad de un equipo y las sociedades que, en definitiva, son lo que distingue a los equipos. La actuación de la Pulga venía dando material para el elogio desde que dio el primer paso en Sudáfrica, pero después de la primera etapa, él y el equipo perdieron posesión de la pelota y se retrasaron en la búsqueda. Si algo mostró el encuentro de ayer -como otras veces en el ciclo- es que sin socios que le pasen por los costados y sin alternativas de pase se le complica. Tuvo algunas buenas intenciones, pero no logró destacarse como en los primeros partidos (en los que participó en cinco de los diez goles argentinos).  
Pasarán otros cuatro largos años para saber si puede ser el reparador de tantos años de sequía. No hay excusas. ...l lo sabe. Era el máximo portador de la esperanza argentina. De la mítica camiseta N° 10. Era lógico que los ojos se concentraran en su figura. La hora de salir a jugar con Maradona en el banco -con todo lo que eso implica- le proponía un desafío. De ningún modo se trataba de un Mundial más, era el punto de partida con un desenlace abierto entre una historia y otras. Que Messi debía escribir con sus responsabilidades a cuestas.  
Messi tenía en el choque ante Alemania la oportunidad de afianzar una esperanza que está en marcha desde su aparición, con la salvedad de que a pesar de estar fogueado en la alta competencia tiene mucho camino por recorrer con la camiseta celeste y blanca. "Se ha hablado mucho de mí, para bien o para mal, y no puedo estar dando explicaciones todo el tiempo de lo que se comenta. Lo único que tengo para decir lo tengo que decir en la cancha", había dicho en el comienzo de este truncado sueño mundialista. Ayer se fue sin hablar. En lo futbolístico y en la zona mixta pospartido. No pudo demostrar todo lo que quería. Apenas le quedaron fuerzas para caminar hasta el ómnibus y para negarse con la mirada a hacer declaraciones. Impulsos para imponer su gambeta no le faltaron, pero en este Mundial no ha conseguido ser todo lo determinante que pretendía: se marchó sin marcar goles y lejos de la imagen que se había proyectado en él como candidato a quedarse con el cetro de Sudáfrica 2010. Deberá esperar hasta Brasil 2014, al que desembarcará al pie de los 27 años. Para acabar con las discusiones sobre sus condiciones falta que la "rompa" -como él mismo dijo- en una Copa del Mundo y levante el trofeo. Porque eso es lo que esperan todos los argentinos, que aparezca alguien y les alegre la vida como lo hizo alguna vez Maradona.  
Pasaron 24 años, ahora siete mundiales, para ser más gráficos, de continuas frustraciones. La exigente mirada argentina sentía que, como nunca, con él la continuidad del emblema era posible. Deberían replantearse cuestiones más estructurales que depender de un solo futbolista. Pero no es tiempo de lamentos, el propio jugador lo sabe. Faltan cuatro largos años para la revancha; la herida de Messi sigue abierta.  

DATOS
30 disparos al arco realizó Lionel Messi en los cinco partidos que jugó en el Mundial sin convertir ningún gol. Sólo Asamoah Gyan remató más que él en el torneo, ya que el ghanés buscó 33 veces el arco rival.  

15 faltas le cometieron a Messi durante el Mundial. Una curiosidad: según las estadísticas de la FIFA, los alemanes no le hicieron ninguna infracción en el choque de ayer por los cuartos de final.  
337 fueron los pases correctos que dio Messi en Sudáfrica 2010, con una efectividad
del 72%. En cantidad está décimo en el ránking que establece la FIFA. El número refleja claramente el gran caudal de juego que pasó por sus pies.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario