lunes, 30 de agosto de 2010

Felipe Melo



Felipe Melo contra la ciencia


En la segunda mitad del siglo XIX desarrolló la mayor parte de su carrera un científico de la región del Véneto, bastante alocado, con larguísima perilla y unas gafas de cristales ovalados que debieron ser bastante revolucionarias en su época. Su nombre era Cesare Lombroso y, entre sus estrafalarias teorías -que expone en libros como 'La mujer delincuente, la prostituta y la mujer normal'- hay una particularmente llamativa: aquella que asegura que los delincuentes comparten una serie de rasgos fisonómicos, los cuales permiten identificar a seres violentos y amigos de lo ajeno. Con el paso del tiempo, estas ideas fueron cayendo en desuso.


Pero si el devenir de la ciencia hubiera estado del lado de Lombroso, hay un personaje que siempre estaría bajo sospecha: el brasileño Felipe Melo. La primera vez en la que reparé en su presencia me llamaron la atención sus rasgos, sus labios asimétricos, esa dentadura irregular, las cejas pobladas, esa mirada hosca, lo que me condujo a pensar inmediatamente, y no sé muy bien por qué, en las fotografías de las antiguas fichas policiales estadounidenses, un género que, con cierto fetichismo, anda algo de moda.



El juego de Felipe Melo es como el tapón de una bañera y quizás sea quien mejor encarna la personalidad que Dunga ha querido imponer a sus hombres. Es un jugador sin excesivo lustre que ha deambulado por diversos equipos (Mallorca, Racing y Almería entre ellos) hasta que su destino le llevó a convertirse en el mediocentro de la Juventus, un cargo que parece auténticamente hecho a su medida. Un dato bastante significativo de su carrera es que no ha levantado un trofeo de clubes desde que lo hiciera en el año 2003 en las filas del Cruzeiro.




Es un indiscutible en la actual 'seleçao' y conforma, junto a Gilberto Silva, uno de los centros del campo más feroces del torneo. Como es su costumbre, en el partido de hoy contra Portugal Felipe Melo ha salido a ahogar el juego luso y, daños colaterales de un tipo obcecado con su trabajo, a morder tobillos rivales. Sin embargo, esa misión se le ha subido bastante a la cabeza al cruzarse Pepe en su camino, y ambos han ofrecido un espectáculo mixto con lo mejor de la lucha grecorromana y de las artes marciales (como se ve en la imagen superior), un juego duro que se ha saldado con una cartulina amarilla para cada contendiente.



Una vez me contaron que quienes crían gallos de pelea han de mantener separados a los animales durante todo su desarrollo, hasta el punto de que ni siquiera pueden establecer contacto visual entre ellos. Tal vez le contaron esta misma historia a Dunga porque, como activado por un resorte después de que Felipe Melo viera su tarjeta amarilla, ha decidido retirar del campo a su centrocampista y así protegerle de la expulsión que se mascaba en Durban y, de paso, reservarle para un posible cruce complejo en los octavos. 
Después del partido, la delegación carioca ha asegurado que en la violenta acción el juventino se torció el tobillo y que esa es la única razón del cambio. Pero, en todo caso, la imagen de la sustitución queda como una buena metáfora del partido y del juego de Brasil, un mediocampismo aguerrido, duro y tan lejano del famoso 'jogo bonito'. Sea como sea, lo que empiezo a pensar es que quizás Cesare Lombroso no andaba tan desencaminado.



REPORTAJE A GARRINCHA


"Yo vivo la vida, la vida no me vive a mí"


Por ÁLVARO CEPEDA SAMUDIO





ACS: He notado que los periódicos colombianos, al mencionar su nombre, sólo hablan de su espectacular romance con la cantante Elsa Soares. ¿Es que a usted ya no le interesa el fútbol?

El rostro abotagado de Manuel Dos Santos, taciturno, sin expresión, como la de un boxeador que ha perdido muchos combates, se ilumina de pronto en una sonrisa abierta, y los ojos hasta ahora pequeños, y también sin expresión, por primera vez comienzan a aparecer inteligentes, vivos, iluminados como la sonrisa. El hombre bueno y descomplicado que es realmente esta leyenda del fútbol mundial que se llama "Garrincha", aparece como del cubilete de un prestidigitador al conjuro de un nombre: Elsa Soares.

Garrincha: "Yo no leo nunca las páginas deportivas de los periódicos, ni oigo lo que dicen por la radio: me volvería loco. Un día soy un genio del fútbol. Al otro día, mi vida privada está en todos los titulares y ya no soy un genio del fútbol porque casi nunca, al hablar de mí se habla del fútbol, sino de lo que hago fuera de la cancha y lo que hago fuera, la novela que es mi vida, hace que se olviden del fútbol que yo juego. Entonces no se puede distinguir.

"Por eso no leo nunca lo que dicen de mí: si hablan bien, son mis amigos; si hablan mal también son mis amigos. ¿Para qué molestarme? Yo soy un hombre feliz".

Esa felicidad le brota a Manuel Dos Santos por todas partes: no la esconde, muy por el contrario: la exhibe y la celebra con alegría del muchacho muy pobre, como lo fue él en Pau Grande, que por primera vez tiene un juguete. Cuatro o cinco cables salen de Barranquilla hacia Río de Janeiro todos los días, y otros tantos llegan. Además de feliz, Manuel Dos Santos es también un hombre enamorado.

ACS: ¿Todo esto de discutir su vida privada en las primeras páginas de los periódicos y a los cuatro vientos en la radio y en la televisión, no lo mortifica?

Garrincha: "A mí no. Yo vivo la vida, la vida no me vive a mí".


En el principio fue el fútbol

El pueblo es pequeño y en las colinas se amontonan las casas pobres, casi favelas, donde las gentes más pobres del pueblo dejan pasar el hambre viendo pasar los ríos, "montones de ríos", dice "Garrincha", que atraviesan el pueblo por todos lados. El pueblo es Pau Grande, a unos 200 kilómetros de Río. En este pueblo, y en una de las casas más pobres, nació Manuel Dos Santos "Garrincha", el 18 de octubre de 1935.

Manuel Dos Santos no se acuerda cómo comenzó a jugar al fútbol en Pau Grande. Tampoco se acuerda cuándo comenzó a trabajar, aprendiendo a coser mangas a las camisas que se producían en la fábrica de confecciones que aún funciona en el pueblo. "Debió ser muy pequeño", dice. Pero sí se acuerda del horario de la fábrica, porque todavía siente el cansancio de la jornada: de seis de la mañana a cuatro de la tarde, cosiendo mangas; de las cuatro hasta que oscurecía, jugando al fútbol; y de las siete de la noche a las nueve, estudiando en la escuela de la fábrica donde también trabajaba su padre, que era celador, y con quien se cruzaba todas las noches cuando el pequeño Manuel iniciaba el regreso, muerto de cansancio, a su casa pobre de la colina.



"Tanta pobreza y tanto trabajo no me dejaron campo para ser vanidoso ahora cuando, gracias al fútbol, lo tengo todo". Y es cierto: porque este hombre, de cuerpo pequeño y regordete —altura, 1:69; peso, 72 kilos— que en 13 años con el equipo Botafogo marcó 353 goles y ha asombrado con su endiablado juego todo rapidez, malicia y picardía, al público de tres campeonatos mundiales, es, antes que todo, un hombre sencillo, amable; a quien no afectan ni el elogio delirante ni la diatriba más implacable porque: "los jugadores profesionales no somos más que payasos: salimos al campo a divertir a un público que paga por vernos ganar o vernos perder: al igual que los payasos en el circo, nos aplauden si lo hacemos bien y nos insultan si lo hacemos mal, pero de ambas maneras los estamos divirtiendo.

Y si nos dejamos llevar por los insultos o los aplausos no podríamos hacer bien nuestro papel".


1953. Botafogo

"Siete años —esto es lo que él recuerda— jugó Manuel Dos Santos en Pau Grande, en el 'Sport Club América', formado por los empleados de la fábrica cuyas camisas daban el nombre al equipo del pueblo. 'Garrincha', era un problema técnico en el Sport Club América; su puesto, el que le habían asignado los jugadores mayores y más altos que él, era el de mediocampista, pero su velocidad innata lo mantenía metido todo el tiempo dentro del arco contrario, entregando pelotas para que los otros anotaran los goles. 'No había nada qué hacer porque ellos eran los dueños del balón'".

Pero otra cosa era en los encuentros callejeros donde los ocho hijos del celador Dos Santos eran todos dueños del balón. Aquí Manuel jugaba en el puesto que entonces le gustaba más: puntero izquierdo. "Amadeo —cuenta Garrincha—, el mayor, compró una pelota y ocho camisetas cuyo valor hubo que pagárselo por pequeñas cuotas semanales porque él tampoco tenía dinero suficiente para pagar en el almacén.

"Más de dos años nos duraron la pelota y las camisetas y más de dos años estuve pagando las cuotas, pero todo este tiempo jugué en la punta". En 1951 el Sport Club América fue llevado a Río de Janeiro para jugar contra otro equipo de quién sabe qué otra fábrica de camisas. Pero da la casualidad —no hay vida de personaje famoso cuya leyenda no esté llena de casualidades— que este encuentro, sin ninguna importancia, fue pitado, y por razones que es mejor no averiguar ahora porque se estropearía la magia de la leyenda, por Arití, uno de los árbitros más famosos del campeonato carioca.

Arití vio al pequeño Manuel, que a los 16 años seguía siendo muy pequeño para sus años, tragarse la cancha, tragarse los tarajallones del equipo contrario y tragarse el aire durante los 90 minutos con su increíble velocidad y el malabarismo de sus piernas manetas. Arití, como todo arbitro y contrariamente a lo que se cree, tenía su equipo preferido. Y habló a los dirigentes del Botafogo de este pequeño fenómeno del fútbol.

Los dirigentes del Botafogo, y ésta es quizá la única muestra de inteligencia que dieron durante los 13 años que Garrincha vistió la camiseta a rayas negras y blancas del equipo, no perdieron de vista al defensa —mediocampista— puntero de Pau Grande. Y un domingo de 1953, Manuel Dos Santos hacía su primer encuentro profesional en Río de Janeiro jugando en la punta izquierda del Botafogo contra el Flamengo. Resultado final: Botafogo 3; Flamengo 1. ¿Y Garrincha? Anotó dos goles. El improbable cosedor de mangas de Pau Grande había iniciado una carrera pocas veces igualada en la historia del fútbol, y el Brasil comenzaba a vislumbrar a uno de los hombres que llevaría los colores del país a conquistar dos campeonatos mundiales consecutivos.

"En Pau Grande —dice inicialmente— aprendí tres cosas: a ser humilde, a coser y a jugar al fútbol; en ese mismo orden".




Siempre los dirigentes

De sus 13 años en Botafogo, Garrincha guarda un contradictorio recuerdo: a la institución, Botafogo, la venera, pero a sus dirigentes no les guarda ningún afecto. Aunque tampoco rencor, pues este sentimiento no entra en su inventario.

Con Garrincha, el Botafogo fue tres veces campeón del torneo carioca y dos veces campeón del Brasil. En su primer año de profesional empató con el paraguayo Benítez, el primer puesto en la casilla de goleadores con 33 anotaciones.

Su vinculación al Botafogo termina en 1965. Garrincha tenía una rodilla lesionada y varias veces jugó anestesiado para que no perdiera su cuadro. Los dirigentes insistían en que se sometiera a la operación con el médico del equipo; Garrincha prefería a su médico particular, en quien tenía más confianza: la diferencia era solamente de 50 dólares. Los dirigentes se obstinaron. Garrincha pagó de su bolsillo la operación y se largó del Botafogo. "Cuando Amarildo se fue a Italia, los directivos le dieron un gran banquete; a mí no me dijeron ni adiós. Así son siempre los dirigentes en todas partes: les interesa la empresa, los hombres que la hacen posible no valen nada para ellos.

"Al Botafogo como institución le debo mucho, a sus dirigentes nada: ellos me deben a mí".

ACS: ¿Qué quiere decir "Garrincha"?

Garrincha: "Es un pájaro muy veloz, pero no es nada, no es un pájaro fino. No hace nada".

ACS: ¿Como la golondrina?

Garrincha: "No, no; la golondrina tiene clase; se la menciona mucho. No, éste es un pájaro maluco. No hace nada; es un pájaro pobre, pero muy veloz, más veloz que cualquier pájaro".

ACS: ¿Como el cucarachero?

Garrincha: "Tal vez sí. No lo conozco, pero debe ser así como usted dice. Mire: el garrincha es como yo".

En Pau Grande al inquieto Manuel que a los cuatro años no debía levantar mucho del suelo, le encantaba ir a cazar pájaros con su honda. A esa edad andaba por entre el monte "como una exhalación del infierno", decía su hermana Rosa Dos Santos, la mayor. Un día entró corriendo a su casa con un pájaro todavía aleteando en sus pequeñas y regordetas manos morenas. Manuel no sabía qué había cazado. Rosa le dijo: "Es igualito a ti, vuela mucho, pero no sirve para nada: es un garrincha". Manuel lo curó y lo conservó por mucho tiempo y nadie recuerda hoy qué se hizo el garrincha que perpetuó su nombre en uno de los mejores jugadores del mundo. Pero a este Garrincha sí lo recordará siempre la historia del deporte.



Bogotá, 1954

El recuerdo de Colombia es para Garrincha una mezcla de alegría y de mucha tristeza. Su primer partido internacional lo jugó en Bogotá contra Millonarios, el gran Millonarios de Rossi, Cozzi y Pedernera, que fue vencido por Botafogo dos por cero. Fue su alegría ganar el primer encuentro que jugaba fuera del Brasil. Pero al regresar a Río encontró que su hermana menor, Teresa, de tres años, había muerto ese mismo domingo que él jugaba en Bogotá. El 8 de agosto del mismo año, contra Santa Fe, y Botafogo volvió a ganar, esta vez dos por uno. Fue calificado por El Tiempo como el mejor de los visitantes. Elaboró, aunque no finalizó, el gol del triunfo.

"Se acostumbra uno a todo —dice Garrincha—, a lo bueno y a lo malo".


Chile, 1962

Se jugaba la Copa Mundo en Santiago. El encuentro Brasil-Chile comienza muy fuerte y sigue peor. Se juega duro. El público hostiliza constantemente a los brasileros. Los chilenos consiguen el primer tanto y las graderías se enloquecen. Pelota al centro. Pelé a Vavá. Se escapa Garrincha con el pase de Vavá, y anota de un tiro violento. Quince minutos más tarde recoge una pelota de Nilton Santos en el medio campo. Pica la pelota y rebasa a la defensiva chilena para fusilar al guardavallas. De las graderías energúmenas vuela una botella; Garrincha cae al suelo bañado en sangre. Lo llevan a la clínica y no puede volver al partido. "Salí riéndome. Les gané yo solo a los chilenos 3-1. ¡3 a 1! Sí. Dos goles y un botellazo que también se cuenta".



Los goles

"Se preocupan mucho de quién hace los goles en el fútbol, pero éste es y debe ser un juego de conjunto. En la cancha todos somos iguales. Detrás del que hace los goles está siempre alguien, otro jugador que no se ve y que no sale en los periódicos. Está el resto del equipo. Para mí, por ejemplo, que he anotado muchos goles, el mejor partido que creo he jugado en mi vida, fue en Chile contra Rusia, y no hice ningún gol".


Suecia, 1958

De Suecia, característicamente, Garrincha no habla de la primera Copa Mundo en la cual participó a los 23 años y de donde Brasil regresó campeón con el equipo que repetiría la hazaña cuatro años más tarde en Chile. Lo que más le divirtió fue la ceremonia final, cuando el rey Gustavo Adolfo le regaló a cada uno de los once titulares un reloj de oro.

"Una tarde, dos años después, al terminar un partido en el Maracaná, descubrí que me habían robado el reloj. Me reí tanto pensando qué diría el rey de Suecia al enterarse de que yo había perdido su reloj".


Inglaterra, 1966

En Inglaterra, para Garrincha sucedió lo que parecía imposible que sucediera: Brasil fue eliminado. En una frase define el resultado: "Nos masacraron". La selección brasilera que fue a Inglaterra, según Garrincha, no podía perder. Tenía todos los elementos y condiciones para lograr el tercer campeonato mundial para el Brasil. Pero perdieron.

ACS: ¿Por qué perdieron?

Garrincha: "Todos los equipos jugaron contra nosotros; éramos el equipo para derrotar".

ACS: ¿No jugaron fútbol?

Garrincha: "No nos dejaron jugar fútbol. Nos armaron una verdadera cacería humana. Pelé fue virtualmente cazado. Fue perseguido hasta que lo inutilizaron. Las películas lo muestran claramente".

ACS: Esa es la excusa. La realidad es otra. El fútbol, mezcla del sistema rioplatense y de la velocidad en el manejo de la pelota sin fortaleza en los jugadores, sin físico para arrolar en el ataque y romper en la defensiva, a base siempre de estatura y rudeza más que de habilidad, la organización de los avances contrarios, el fútbol sin atletas, que es el fútbol suramericano, hizo crisis en Inglaterra. La selección brasilera no estaba preparada para esta nueva modalidad del fútbol.

Garrincha: "No lo esperábamos. No estábamos preparados para un juego tan sucio. Quisimos jugar fútbol y no nos dejaron".

ACS: ¿Usted diría que la selección que fue a Inglaterra era lo mejor que podía presentar el Brasil en ese momento?

Garrincha: "No sé si era lo mejor o no, pero debíamos ganar. La otra realidad, como usted dice, no salió a jugar a la cancha: la realidad de la ineptitud de los dirigentes, que los llevaron. Todo el mundo intervino en la selección del equipo, en su preparación, en su dirección. Con decirle que fuimos a Inglaterra 22 jugadores y 22 dirigentes".



Pelé

Garrincha conoció a Pelé en 1956, cuando se enfrentaron por primera vez los dos más grandes jugadores del fútbol del Brasil, en un encuentro entre el Santos y el Botafogo. Ganó el Santos 4 a 1: Pelé hizo los cuatro goles.

ACS: ¿El rey Pelé?

Garrincha: "No somos reyes. Somos jugadores de fútbol profesional. Somos, ya le dije, payasos. Todos somos iguales.

"Yo soy igual a Pelé".

ACS: ¿Los goles?

Garrincha: "Detrás de cada gol de Pelé está uno de nosotros, uno del conjunto. El público aplaude a uno, no a todos. Es el fútbol. Lo de los reyes lo inventan los periódicos".


El mejor: Todos

Para Garrincha, todos los jugadores son iguales: todos son sus amigos. Pero si se le insiste se van conociendo sus preferencias, aunque no duran. Son cambiantes para acomodar a todos. Garrincha parece médico. No habla mal de ningún colega, y al final de la conversación se vuelve lo mismo: "todos somos iguales". Pelé es como Amarildo, Amarildo como Tostao, Garrincha como Pelé, y Ayrton como Garrincha. Pero una cosa se saca en claro: el jugador extranjero que más admira es a Yaschin, el guardameta ruso. Y de los brasileros a Zizinho. Desde pequeño su ídolo ha sido Zizinho. Su gran ilusión era la de jugar al lado de él. Solamente una vez realizó ese sueño en un encuentro amistoso entre Brasil y Paraguay en el Maracaná en 1955. Su mayor satisfacción fue la de servir las pelotas con que Zizinho hizo los goles esa tarde. "Se cambiaron los papeles: ahora Zizinho es hincha mío".

Pero se vuelve lo mismo: Nilton Santos, Vavá, Valentín, Boby Charlton, todos son iguales. Estoy seguro de que si a Garrincha se le pregunta qué le parece "Memuerde" García, dirá que es lo mismo de bueno que Pelé.



Júnior, 1968

Para Garrincha, el Júnior de este año con los jugadores que tiene, no debe perder. Un equipo cuya delantera hace siempre más de dos goles, tiene que ganar el partido, pero en el Junior todo es diferente. "Tal vez, dice Garrincha, pero ese equipo no puede perder este campeonato". Se habla de Marinho Rodríguez de Oliveira, a quien los directivos del Junior no supieron aprovechar. Marinho como director técnico del Botafogo es muy conocido de Garrincha. "Es un gran entrenador, es de los mejores entrenadores que he conocido. Sabe mucho de fútbol y maneja muy bien su equipo en la cancha. El Junior no sabe lo que perdió". Sí sabe, pero le da lo mismo: los entrenadores no llenan estadios.

ACS: ¿Qué le gustaría hacer cuando deje el fútbol?

Garrincha: "No sé. Tal vez entrenador. Pero pienso que no sirvo para eso. Un entrenador tiene que ser duro y yo soy muy buena persona y no puedo ser duro con nadie. Con el entrenador se cometen injusticias. El jugador se juega su carrera él solo en cada partido. El entrenador se la juega en cada partido también, pero se la juega once veces con los once jugadores".

Garrincha parece ser sincero cuando dice que es totalmente desinteresado. "El dinero no hace la felicidad", dice como recordando la frase de una película romántica o de vaqueros que es lo que más le gusta hacer por las noches. "Soy un hombre casero; las películas me gustan en la televisión".

ACS: ¿Por qué vino a jugar a Colombia? ¿No sería por el dinero?

Garrincha: "No".

ACS: Entonces, ¿por qué no juega en Brasil?

Garrincha: "En Río no me dejan tranquilo. Yo soy mucha noticia. Yo vendo muchos periódicos y todos los días tienen que hacer una historia nueva sobre nosotros. Que si maté a Elsa y me suicidé. Que si mi primera esposa me va a meter a la cárcel. Que si dejo a Elsa. Que si Elsa me deja a mí. A nadie le interesa cómo juego al fútbol, sino lo que hacemos Elsa y yo".

ACS: ¿Pero a usted le molesta eso?

Garrincha: "No, a mí no. A mí no me importa. Pero a Elsa sí. Se pone muy brava cuando hablan mal de mí en la televisión. Es mejor aquí en Barranquilla.

ACS: ¿Cuándo viene Elsa?

Garrincha: "Elsa no viene; yo me voy".

ACS: ¿Cree que usted y Elsa ayuden a vender periódicos en Colombia?

Garrincha: "No sé. ¿Usted qué dice?"

ACS: Creo que no. Sigamos hablando de Elsa.




Nota final: Cuando murió Garrincha lloró todo Brasil y el mundo del fútbol perdió a quien fue un mago del balón y posiblemente el mejor extremo derecho que ha habido nunca.

Cuando era pequeño (le apodaron Garrincha que quería decir pajarito feo e inútil) sufrió poliomielitis y los médicos le dijeron que nunca podría andar con normalidad; de hecho era zambo (tenia los pies girados 80 grados hacia dentro) y tenia una pierna 6 cm. más larga que la otra, pero se equivocaron, y esas piernas le sirvieron para ser el rey del regateo (amagaba hacia el centro y se iba por la derecha).

Nunca nadie ha tenido la valentía de hacer los regateos, las fintas, los amagos y las jugadas hasta la línea de fondo que hizo Garrincha. Tenía una clase individual prodigiosa y aprovechó la banda derecha como nadie. Daba igual el marcador que le pusieran, Garrincha siempre le regateaba una, dos o tres veces antes de poner el balón al compañero mejor colocado.

Jugó 60 partidos con la selección brasileña, esa selección que nunca perdió con él y Pelé en el campo. Debutó como profesional en el Botafogo, con 20 años, con el que llegó a marcar 232 goles (el día de su debut ya marcó 3). Por aquella época los partidos contra el Santos de Pelé eran memorables.

Sus problemas con el alcohol y las mujeres le llevaron a la decadencia futbolística. Se vio envuelto en un escándalo cuando dejó a su mujer y a sus 8 hijos para casarse con la cantante Elsa Soarez. También tuvo problemas con impuestos. Su muerte se produjo el 20 de Enero de 1983 en Río. Aquel día el llamado por muchos "Pájaro Cantor" no dejó de cantar para todos los buenos aficionados al fútbol, quienes aun le recuerdan como un mito.




GARRINCHA


GARRINCHA

Alguno de sus muchos hermanos lo bautizó Garrincha, que es el nombre de un pajarito inútil y feo. Cuando empezó a jugar al futbol, los médicos le hicieron la cruz, diagnosticaron que nunca llegará a ser un deportista este anormal, este pobre resto del hambre y de la poliomelitis, burro y cojo, con un cerebro infantil, una columna vertebral hecha una S y las dos piernas torcidas para el mismo lado.










Nunca hubo un puntero derecho como él. En el Mundial del 58 fue el mejor de su puesto. En el Mundial del 62, el mejor jugador del campeonato. Pero a lo largo de sus años en las canchas, Garrincha fue mas: él fue el hombre que dio más alegrías en toda la historia del fútbol.
Cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo, la pelota un bicho amaestrado, el partido, una invitación a la fiesta. Garrincha no se dejaba sacar la pelota, niño defendiendo su mascota, y la pelota y él cometían diabluras que mataban de risa a la gente; él saltaba sobre ella, ella brincaba sobre él, ella se escondía, él se escapaba, ella lo corría. Garrincha ejercía sus picardías de malandra a la orilla de la cancha, sobre el borde derecho, lejos del centro; criado en los suburbios, en los suburbios jugaba.



Jugaba para un club llamado Botafogo, que significa prendefuego, y ése era él; el botafogo que encendía los estadios, loco por el aguardiente y por todo lo ardiente, el que huía de las concentraciones, escapándose por la ventana, porque desde los lejanos andurriales lo llamaba alguna pelota que pedía ser jugada, alguna música que exigía ser bailada, alguna mujer que quería ser besada.
¿Un ganador? Un perdedor con buena suerte. Y la buena suerte no dura. Bien dicen en Brasil que si la mierda tuviera valor, los pobres nacerían sin culo.
Garrincha murió de su muerte: pobre, borracho y solo.


--Eduardo Galeano, escritor uruguayo

martes, 24 de agosto de 2010

EL PASE



Gesto Técnico
Es la actitud y movimiento que adopta el cuerpo al entrar en contacto con el balón (estilo), de manera inteligente y consciente.

Secuencia Técnica
Es la utilización del balón a través de una serie de contactos con él, de dos o más superficies de contacto, de manera predeterminada, secuencial y en gradación.  Con esto deben haber dos acciones esenciales: la primera es la toma de decisiones, y la segunda es con cada contacto con el balón, saber hacia dónde lo tengo que dirigir (orden preestablecida).  Con lo anteriormente expuesto queda en evidencia que la secuencia técnica es el inicio del control orientado.


2. El Pase
      

--El pase es dar o entregar el balón al compañero en las mejores condiciones que el juego lo permita.  Algunas características del pase es que debe ser rápido, preciso, oportuno, veloz, al compañero.  El pase lo clasificaremos de acuerdo a la trayectoria, a la distancia, etc.

--El pase es el principio del juego colectivo y nos permite llegar al objetivo previsto en el menor tiempo posible.

--El pase es la explotación de la posesión al transferir el balón de un compañero a otro. Los pases pueden ser ofensivos o defensivos por naturaleza. Sin importar su propósito, los pases siempre son ejecutados con el deseo de mantener la posesión del balón.



--Saber golpear un balón no es suficiente para ejecutar un buen pase. Es necesario una visión espacial de los compañeros, los adversarios, el campo y la situación de juego. Es por esta razón que el entrenamiento se debe hacer en función de las factores reales del juego, procurando que el jugador tenga en cuenta estos aspectos a la hora de ejecutar un golpeo.
--La pierna activa es la que ejecuta el movimiento y contacta con el balón, mientras que la pierna pasiva es la pierna de apoyo, y su función es la de mantener el equilibrio en el momento de la acción.



--El fútbol es, por encima de todo, un juego de conjunto en el que el pase constituye la forma de enlazar las jugadas para conseguir la finalidad suprema, que es el gol. De ahí podemos deducir que difícilmente se logran buenas jugadas si los jugadores se pasan mal el balón. En el pase intervienen dos factores fundamentales: el toque en el golpeo del balón y la recepción del mismo. Hay varias maneras de golpear el balón para realizar un pase, según cual sea la zona del pie que contacta con el esférico.



--Según las estadísticas se ha podido comprobar que el interior del pie es la superficie más utilizada por los futbolistas, seguida del empeine, la parte externa y la cabeza.

Un ejercicio: Los diez pases.

Consiste en que dos equipos se enfrentan en un espacio delimitado, con el objetivo de mantener la posesión de la pelota durante el mayor tiempo posible sin que el otro equipo la toque, en función de la destreza de los participantes se puntuará según el número de pases (a más destreza más pases tendrán que dar para puntuar).



Este juego permite trabajar aspectos técnicos y tácticos concretos introduciendo variantes, pues siguiendo una estrategia global modificada podemos, por ejemplo, limitar los pases a sólo pases con el interior si queremos mejorar el pase corto, obligar a que el balón pase por lugares separados si queremos trabajar la amplitud de juego, y así multitud de diferentes variantes que posibilitan trabajar muchos aspectos partiendo de una misma lógica, un mismo espacio y un mismo grupo de jugadores.

TIPOS DE PASES

Pase a un compañero (corto, largo):


El pase exacto a los pies es recomendable a distancia corta. Los jugadores más avanzados apuntarán al perfil fuerte (pierna hábil) de su compañero. Cuando se pasa a un compañero que tiene marca, el balón debería dirigirse al pie que está más lejos del marcador. 


Pase a un espacio vacío:


El jugador sin el balón debe iniciar el pase haciendo una carrera al espacio libre. El transportador del balón tiene que mirar alrededor y mantener comunicación verbal para seguir los movimientos y avances de sus compañeros. 
El jugador que hace el pase debe tener presente la marcha y orientación del receptor elegido, y calcular y dirigir el pase de manera acorde. El momento correcto y la precisión son esenciales.

En realidad quien ordena el pase es el jugador que lo va a recibir y aprovechar. 
Saber ver el espacio libre a ocupar es una habilidad del lanzador.


Pases en Pared:
Los pases uno-dos o pases de pared son combinaciones en donde uno de los jugadores atacantes hace el pase a un compañero que se libera de la marca a un espacio libre. El jugador que recibe el balón lo tira con un toque al espacio en frente del primer atacante. Los pases de pared pueden a menudo desequilibrar a las defensas lentas. Las mejores oportunidades de pases de pared ocurren en el área grande, mientras el balón es jugado adentro y hacia fuera. La única forma de detener un pase de pared sería con una fuerte y cuidadosa marcación en donde cada defensor siga a su marca en vez de al balón. Estar junto al atacante, cuyo trabajo es hacer el centro a su compañero es otra forma de interrumpir esta jugada. Eso sin embargo requiere intuición, fortaleza, velocidad y sólo es posible cuando el primer pase es lento.

Doble pared: 
Estos tipos de combinaciones son lo mismos que los uno-dos, excepto que hay un pase extra. Note que todos los pases son hechos con un sólo toque.

Pases en Profundidad
:

Generalmente son los que causas más estragos en la defensa contraria. Los pases de profundidad se ejecutan por lo general sin un toque de preparación y requieren buena coordinación de tiempos y movimientos. El movimiento del balón lleva a la apertura de líneas de pase. Una defensa organizada se moverá como una sola unidad, de acuerdo al balón. Si se les da el tiempo adecuado, se ajustarán, siendo casi imposible superarlos con el balón. Sin embargo, si el balón es jugado a lo ancho de la formación defensiva, las oportunidades de pases de penetración van a surgir hasta que los oponentes se reacomoden. En la práctica, el movimiento del balón puede restringirse por la presión del contrario. Por lo tanto, nuestra atención no sólo debe estar en penetrar la defensa sino también en evitar la presión directa del contrario.
 
Los pases de profundidad son muy difíciles de desarrollar, especialmente de larga distancia, debido a la concentración del contrario. Entonces, con el objeto de que sean posibles los pases de profundidad, el balón debe centrarse horizontalmente en frente de la línea defensiva. 

Hay dos factores que debemos considerar –crear espacio en frente de la defensa contraria, o si ya lo hay, explotar ese espacio. La generación del espacio se puede hacer con un atacante falso que saca a su marcador de la jugada. En el mismo momento otro jugador recibe el balón y lanza un pase de profundidad, si la defensa contraria no ha adivinado la combinación. Aquí viene la parte complicada, que es leer la jugada que piensa hacer el otro atacante. En el momento que el distribuidor en la mitad del campo está por recibir el balón, los atacantes deben iniciar sus carreras de penetración. 

Pase en diagonal:
Rompe defensa en línea.

Pase hacia atrás: 
Generalmente rompe línea defensiva e incluso alienta un contraataque.


lunes, 16 de agosto de 2010

LA TÉCNICA


LA TÉCNICA EN EL FÚTBOL

Definición:

La técnica individual es aquel conjunto de acciones que un jugador desarrolla para dominar y jugar el balón con todas las superficies de contacto que permite el reglamento.
Las cualidades técnicas se aprecian en la velocidad de su ejecución, en la orientación de las acciones y en la utilización de los gestos.

Objetivos del curso:

--Conocer los fundamentos de la técnica del fútbol. 
--Determinar los gestos técnicos básicos implicados en la práctica del fútbol. 
--Conocer las diferentes formas de ejecución de dichos gestos técnicos. 
--Aprender a emplear la terminología adecuada.
--Reconocer, identificar y describir las virtudes y deficiencias técnicas de los futbolistas. 

Introducción:

Si el jugador de fútbol no tiene una buena relación técnica con el balón difícilmente podrá contribuir con los aspectos tácticos y físicos que este juego demanda.

El joven jugador en estas etapas de formación es una esponja que absorbe y asimila toda la información que queremos proporcionarle, ya que su sistema nervioso está mucho más perceptivo a todos esos estímulos técnicos.

Se debe buscar primero la calidad de la ejecución y luego la velocidad y cantidad.

Ir de lo simple a lo complejo en un proceso gradual que culmine en la realidad del juego.

Los detalles hacen la diferencia en el entrenamiento de los fundamentos técnicos.

La calidad de la técnica varía con la presión a la que es sometida el jugador en determinada circunstancia.

El contenido técnico se pueda trabajar de muchas formas, y estos son algunos de los ejercicios posibles de realizar:

--Ejercicios analíticos.
--Ejercicios aislados de situaciones reales.
--Ejercicios integrados:
Juegos en espacios reducidos.
Partidos de fútbol o mini-fútbol con objetivos.

Ejercicios analíticos:

Consiste en mecanizar ejecuciones mediante repeticiones de un mismo gesto. Utilizaremos este tipo de ejercicios en edades muy tempranas y cuando el nivel de nuestros jugadores no sea muy elevado. No nos aporta mucho enriquecimiento desde el punto de vista del juego real, pero si en el desarrollo motriz del joven jugador.

Ejercicios aislados de situaciones reales:

Trata de ofrecerle al jugador situaciones semirreales de juego, las cuales tiene que resolverlas mediante el objetivo técnico que queremos interiorizar y mejorar. Ejemplo situaciones de 1:1, 2:1 en banda…

Ejercicios integrados:

Consiste en jugar partidos en los que uno de los objetivos principales del ejercicio es la mejora de un aspecto técnico concreto. El momento de trabajar estos ejercicios a lo largo de la sesión es la parte principal de la misma, aunque en muchos casos los ejercicios analíticos pueden servirnos como calentamiento y activación para la sesión.




LOS FUNDAMENTOS TÉCNICOS


LA CONDUCCIÓN

Conducir es llevar o trasladar el balón con un amplio dominio de él, de acuerdo a las circunstancias del juego.

La conducción es la acción técnica que permite al jugador dominar y llevar el balón en una determinada dirección, a la velocidad adecuada que le permita conseguir la finalidad propuesta y la superación de los obstáculos. En un partido, normalmente, la conducción del balón hay que ejecutarla salvando la oposición de uno o más contrarios, por lo que el jugador que conduce el balón deberá realizar, además, regates y fintas.

Mediante la conducción se progresa con el balón en los pies de un lado a otro de terreno del juego.

Una buena ejecución técnica permite conducir el esférico sin mermar la velocidad de desplazamiento, y además tener un buen campo visual para poder adoptar la mejor solución posible y, en cualquier momento, pasar, rematar al arco contrario o driblar al adversario.

Elementos indispensables para una buena conducción:

Los elementos de la conducción son todas aquellas acciones que realizamos cuando conducimos o driblamos un rival con el objeto de seguir en posesión del balón.

Visión periférica
Dominio y manejo del balón con una amplia visión del campo de juego.

Precisión y fuerza para golpear el balón
Toques cortos garantizan posesión.

Finta
Es conducir, mantener el balón y driblar un rival con un movimiento de una parte del cuerpo sin mover con ello el balón.

Freno
Es conducir el balón en forma rápida y detenerse brusca y sorpresivamente con el fin de engañar a un rival.

Enganche
Es abrazar el balón con algunos de los bordes del pie para iniciar un cambio de frente, cambio de juego, cambio de dirección, cambio de velocidad para preparar o ejecutar una acción posterior.

Amague
Es conducir el balón e intentar realizar una acción y realizar otra.  Es la máxima expresión del engaño al rival.  Es simular detenerse, dar un pase o rematar, pero finalmente realizar otra acción técnica distinta.

Cambio de Velocidad
Es conducir el balón realizando un cambio en la aceleración o desaceleración de acuerdo a los requerimientos del juego para seguir con el balón.

Cambio de Dirección
Es conducir el balón en una dirección y ante un obstáculo u otra premisa, cambiar la dirección que llevaba.  Esencialmente esta acción se realiza con los bordes del pie mediante un enganche. (puede realizarse también con la punta del pie)

Cambio de Sentido u Orientación
Es conducir el balón y ante un obstáculo, u otra circunstancia del juego, girar con el balón en 180º grados bruscamente.

Esquive
Es conducir el balón, driblar un adversario evitando que este lo obstruya, lo choque o lo golpee para impedir su acción.

Perfilarse (proteger el balón)
Es conducir el balón ante la presencia del rival, interponiéndose entre el balón y el rival.


      
Concretamente la conducción de balón es importante trabajarla, corregirla y mejorarla, ya que cada partido se pierden infinidad de balones, nos atascamos en situaciones ofensivas o desperdiciamos ocasiones claras de gol por una mala ejecución en la conducción del balón.

Las bases de una buena conducción del balón son:

--La velocidad con que se realiza.
--La superficie de contacto que se utiliza.


Superficies de contacto
Son todas aquellas partes del cuerpo que entran con el balón de manera inteligente y consciente.

Cabeza                           

Pecho

Muslo

Pie:               

Borde interno : conducción mas lenta pero más segura



Borde externo: conducción más rápida

Para realizar correctamente este gesto técnico es muy importante no mirar el balón directamente, sino más bien observar las múltiples opciones de juego que me rodean mientras conduzco el esférico.


Punta

Taco

Planta

Manos (Arquero, jugador en saque de banda)    

  

martes, 10 de agosto de 2010

EL MUNDIAL SEGÚN GALEANO

EL REINO MÁGICO 


por Eduardo Galeano 




El Mundial según Galeano y su catálogo de insólitos. 

Pacho Maturana, colombiano, hombre de vasta experiencia en estas lides, dice que el futbol es un reino mágico donde todo puede ocurrir.

El Mundial reciente ha confirmado sus palabras: fue un Mundial insólito.

• Insólitos fueron los 10 estadios donde se jugó, hermosos, inmensos, que costaron un dineral. No se sabe cómo hará Sudáfrica para mantener en actividad esos gigantes de cemento, multimillonario derroche fácil de explicar pero difícil de justificar, en uno de los países más injustos del mundo.

• Insólita fue la pelota de Adidas, enjabonada, medio loca, que huía de las manos y desobedecía a los pies. La tal Jabulani fue impuesta, aunque a los jugadores no les gustaba ni un poquito. Desde su castillo de Zurich, los amos del futbol imponen, no proponen. Tienen costumbre.




• Insólito fue que por fin la todopoderosa burocracia de la FIFA reconociera, al menos, al cabo de tantos años, que habría que estudiar la manera de ayudar a los árbitros en las jugadas decisivas. No es mucho, pero algo es algo. Ya era hora. Hasta estos sordos de voluntaria sordera tuvieron que escuchar los clamores desatados por los errores de algunos árbitros, que en el último partido llegaron a ser horrores. ¿Por qué tenemos que ver en las pantallas de televisión lo que los árbitros no vieron y quizá no pudieron ver? Clamores de sentido común: casi todos los deportes, el basquetbol, el tenis, el beisbol y hasta la esgrima y las carreras de autos, utilizan normalmente la tecnología moderna para salir de dudas. El futbol, no. Los árbitros están autorizados a consultar una antigua invención llamada reloj para medir la duración de los partidos y el tiempo a descontar, pero de ahí está prohibido pasar. Y la justificación oficial resultaría cómica, si no fuera simplemente sospechosa: el error forma parte del juego, dicen, y nos dejan boquiabiertos descubriendo que 
errare humanum est.




• Insólito fue que el primer Mundial africano en toda la historia del futbol quedara sin países africanos, incluyendo al anfitrión, en las primeras etapas. Sólo Ghana sobrevivió, hasta que su selección fue derrotada por Uruguay en el partido más emocionante de todo el torneo.





• Insólito fue que la mayoría de las selecciones africanas mantuvieran viva su agilidad, pero perdieran desparpajo y fantasía. Mucho corrieron, pero poco bailaron. Hay quienes creen que los directores técnicos de las selecciones, casi todos europeos, contribuyeron a este enfriamiento. Si así fuera, flaco favor han hecho a un futbol que tanta alegría prometía. África sacrificó sus virtudes en nombre de la eficacia, y la eficacia brilló por su ausencia.

• Insólito fue que algunos jugadores africanos pudieran lucirse, ellos sí, pero en las selecciones europeas. Cuando Ghana jugó contra Alemania se enfrentaron dos hermanos negros, los hermanos Boateng: uno llevaba la camiseta de Ghana y el otro la de Alemania.




De los jugadores de la selección de Ghana, ninguno jugaba en el campeonato local de Ghana.

De los jugadores de la selección de Alemania, todos jugaban en el campeonato local de Alemania.
Como América Latina, África exporta mano de obra y pie de obra.

• Insólita fue la mejor atajada del torneo. No fue obra de un golero, sino de un goleador. El atacante uruguayo Luis Suárez detuvo con las dos manos, en la línea del gol, una pelota que hubiera dejado a su país fuera de la Copa. Y gracias a ese acto de patriótica locura, él fue expulsado, pero Uruguay no.





• Insólito fue el viaje de Uruguay, desde los abajos hasta los arribas. Nuestro país, que había entrado al Mundial en el último lugar, a duras penas, tras una difícil clasificación, jugó dignamente, sin rendirse nunca, y llegó a ser uno de los mejores. Algunos cardiólogos nos advirtieron, desde la prensa, que el exceso de felicidad puede ser peligroso para la salud. Numerosos uruguayos, que parecíamos condenados a morir de aburrimiento, celebramos ese riesgo, y las calles del país fueron una fiesta. Al fin y al cabo el derecho a festejar los méritos propios es siempre preferible al placer que algunos sienten por la desgracia ajena.



Terminamos ocupando el cuarto puesto, que no está tan mal para el único país que pudo evitar que este Mundial terminara siendo nada más que una Eurocopa. Y no fue casual que Diego Forlán fuera elegido mejor jugador del torneo.

• Insólito fue que el campeón y el subcampeón del Mundial anterior volvieron a casa sin abrir las maletas.

En el año 2006, Italia y Francia se habían encontrado en el partido final. Ahora se encontraron en la puerta de salida del aeropuerto. En Italia, se multiplicaron las voces críticas de un futbol jugado para impedir que el rival juegue. En Francia, el desastre provocó una crisis política y encendió las furias racistas, porque habían sido negros casi todos los jugadores que cantaron la Marsellesa en Sudáfrica.

Otros favoritos, como Inglaterra, tampoco duraron mucho. Brasil y Argentina sufrieron crueles baños de humildad. Medio siglo antes, la selección argentina había recibido una lluvia de monedas cuando regresó de un Mundial desastroso, pero esta vez fue bienvenida por una abrazadora multitud que cree en cosas más importantes que el éxito o el fracaso.

• Insólito fue que faltaran a la cita las superestrellas más anunciadas y más esperadas. Lionel Messi quiso estar, hizo lo que pudo, y algo se vio. Y dicen que Cristiano Ronaldo estuvo, pero nadie lo vio: quizás estaba demasiado ocupado en verse.





• Insólito fue que una nueva estrella, inesperada, surgiera de la profundidad de los mares y se elevara a lo más alto del firmamento futbolero. Es un pulpo que vive en un acuario de Alemania, desde donde formula sus profecías. Se llama Paul, pero bien podría llamarse Pulpodamus.
Antes de cada partido del Mundial, le daban a elegir entre los mejillones que llevaban las banderas de los dos rivales. Él comía los mejillones del vencedor, y no se equivocaba.

El oráculo octópodo influyó decisivamente sobre las apuestas, fue escuchado en el mundo entero con religiosa reverencia, fue odiado y amado, y hasta calumniado por algunos resentidos como yo, que llegamos a sospechar, sin pruebas, que el pulpo era un corrupto.




• Insólito fue que al fin del torneo se hiciera justicia, lo que no es frecuente en el futbol ni en la vida.

España conquistó, por primera vez, el campeonato mundial de futbol.

Casi un siglo esperando.

El pulpo lo había anunciado, y España desmintió mis sospechas: ganó en buena ley, fue el mejor equipo del torneo, por obra y gracia de su futbol solidario, uno para todos, todos para uno, y también por las asombrosas habilidades de ese pequeño mago llamado Andrés Iniesta.

Él prueba que a veces, en el reino mágico del futbol, la justicia existe.

* * *

Cuando el Mundial comenzó, en la puerta de mi casa colgué un cartel que decía: Cerrado por futbol.

Cuando lo descolgué, un mes después, yo ya había jugado 64 partidos, cerveza en mano, sin moverme de mi sillón preferido.

Esa proeza me dejó frito, los músculos dolidos, la garganta rota; pero ya estoy sintiendo nostalgia. 
Ya empiezo a extrañar la insoportable letanía de las vuvuzelas, la emoción de los goles no aptos para cardiacos, la belleza de las mejores jugadas repetidas en cámara lenta. Y también la fiesta y el luto, porque a veces el futbol es una alegría que duele, y la música que celebra alguna victoria de ésas que hacen bailar a los muertos suena muy cerca del clamoroso silencio del estadio vacío, donde ha caído la noche y algún vencido sigue sentado, solo, incapaz de moverse, en medio de las inmensas gradas sin nadie.

Eduardo Galeano, escritor uruguayo